Probamos el nuevo Yamaha R-N602: Genial, pero no excelente

big_Zrzut_ekranu_2015-09-04_o_11-02-08Sound Advisors trajo a Chile el último modelo de receiver estéreo integrado con la tecnología MusicCast de Yamaha, el R-N602. El sistema, entre sus principales capacidades cuenta con funciones de conectividad avanzadas y también, el  control y el traspaso de la reproducción digital de música en línea hacia otros dispositivos compatibles en tu mismo hogar.

En un mundo híperconectado, donde los CD’s ya pasaron de moda (qué tragedia), los archivos musicales son una molestia y donde algunos melómanos sueñan con tener la tranquilidad y el tiempo para escuchar sus nuevos-viejos vinilos, el Yamaha R-N602 es una gran alternativa para quien busca un sonido de buena calidad y también, manejar su bilioteca musical guardada en la nube, en un dispositivo compartido en su red interna, en un IPod, en el Smartphone o en algún servicio de streaming como Spotify, Pandora, Napster u otros, sumado también al gusto de escuchar radios por Internet bajo el alero de VTuner.

Tras probarlo intensamente, podemos asegurar que la operación del sistema es sencilla y amigable. Conecta fácilmente a la App oficial de Yamaha, se configura en pocos pasos y se muestra estable. Muestra buenos niveles de reproducción de música digital, con agudos prístinos y medios definidos. Sus bajos son un poco secos y violentos, haciendo dificultoso muchas veces lograr llenar una sala con ondas que muevan tu estómago.

La ecualización también es simple. Como es un amplificador musical y no para películas, sólo muestra control de bajos, agudos y loudness (que no es un refuerzo de bajo, sino un compensador de notas intermedias que se usa al momento de subir la potencia). Se extraña aquí  en exceso un control adicional de super bass como es habitual en otros sistemas Yamaha, donde incluso muchos modelos antiguos de la línea Natural contaban con un refuerzo de bajos que elevaba en 20% la curva completa de ecualización, permitiendo realzar el sonido plano de la reproducción digital.

La calidad de la recepción aérea de radios es aceptable e incluso mejor que otros receivers, como por ejemplo, varios de los antiguos de la línea RX-Vxxx. Cuenta con múltiples entradas (dos digitales, coaxiales más otras análogas). Su procesador digital de sonido, el amplificador integrado y circuitería tradicional de Yamaha logran una distorsión armónica mínima, bajos niveles de ruido y finalmente, un sonido aceptable, potente, con baja distorsión y recomendable para quienes, como dijimos, buscan un equipo accesible y que incluya todo lo que hoy un melómano busca. Para audiófilos, puede llegar a molestar ya que este Yamaha muestra sonidos relativamente metálicos y extremos, se siente como si faltaran algunos parámetros para que el audio sea más completo. Pero también tomemos en cuenta el precio (US$ 700), que en Chile es más barato que comprarlo e importarlo desde USA.

Sólo un tema importante: Reproduce hasta 990 canciones en un pendrive de 8 o 16GB formateado con FAT16 o 32. El manual de operaciones no dice nada sobre este issue, tampoco en foros de Yamaha. Este problema se soluciona haciendo acceder al sistema a tu biblioteca de música que puedes guardarla en tu computador (debes habilitar función de servidor de medios) o un disco duro conectado y compartido en la red.

¿Veredicto? Puedes tener a un muy bien y educado «compañero» que toque tu mejor música, siempre y cuando logres hacer el match perfecto entre parlantes adecuados y un subwoofer que permita compensar y llenar lo que por sí mismo no es muy capaz de entregar: Bajos pronunciados.

Peter Frampton, Journey y Earth, Wind and Fire en Chile


No cabe duda que este año tendremos que agradecer a la organización del Festival de Vila del Mar. Gracias a la visita en una misma semana de tres verdaderas leyendas musicales, fue posible organizar en la ciudad de Santiago un espectacular recital triple que reunió nada menos que a Peter Frampton, Journey y Earth, Wind and Fire.

El encuentro, al que asistieron más de 14 mil personas (me cuento junto a mi señora), se realizó el 23 de febrero de 2008 y duró casi 5 horas. Los que estuvimos allí, realmente, lloramos de alegría. Y no era para menos.

El primero en tocar fue Peter Frampton. Este británico nacionalizado estadounidense, leyenda viviente del rock, cuya cantidad de premios Grammy no caben en su casa, tuvo la delicadeza de mostrarnos una hora de su arte esa noche. Su sonido pulcro, su voz pastosa y cuidada, un estado físico envidiable, canciones del recuerdo, sumado a una tremenda cantidad de tributos, como Black Hole Sun de Soundgarden, hicieron que las 14 mil personas que casi llenamos el recinto, realmente termináramos gritando y aplaudiendo de pié. Se pasó, sin lugar a dudas. Tal fue el relajo, que Frampton tocó un repertorio parecido al interpretado en Viña del Mar, pero claramente más potente y mejor e, incluso, se dio tiempo para bromear y hacer reír a todos con sus palabras llenas de alegría mientras acercaba su boca a un distorcionador.

Posteriormente siguió lo más esperado de la noche: Journey. Esta tremenda banda nacida del alero de 3 músicos provenientes de la gran agrupación de Carlos Santana, sorprendió por un potente sonido, su cuidado estado físico y la dedicación que colocaron en su trabajo sobre el escenario. Demostraron respeto, profesionalismo, dedicación y amor al público y eso se notó durante la hora y media, donde lo dejaron todo.

Tras un tremendo éxito logrado con su nuevo cantante, el filipino Arnel Pineda, en el Festival de Viña del Mar la noche anterior, se notó que este pequeño pero poderoso intérprete está para grandes cosas. En su país tocó casi 15 años con diferentes bandas tributo y, saboreando el éxito con “The Zoo”, fue descubierto por Journey vía YouToube.

Claramente nadie jamás podrá tener la misma voz de Steve Perry, otrora líder de la banda y quien fue el responsable de llevarla al éxito y marcar su destino para toda la vida. El fantasma de Perry es innegable y una cruz que sus fundadores deberán llevarse hasta la tumba, pero las canciones perduran y los fans están ayudando a que Journey resucite sus viejos y poderosos éxitos a costa de no ver nunca más a Perry, quien no quiere ver ni en pintura a sus ex compañeros y menos pretende abandonar la tranquilidad de su casa y la compañía de su gato.

Pineda sonó bien, monstruosa y poderosamente bien. Se notó que su voz la preparó durante más de una década gracias a su trabajo en bandas que cantaban sin cesar a Perry y a otros como Foreigner.

Arnel no sólo se conectó con el público, se movió muy bien en el escenario y derrochó energía, voz poderosa, afiatamiento con la banda y lo mejor, un notable y absoluto respeto por las canciones que él interpretó durante su vida, pero que no le son propias. Como que existió de su parte una especie de rendición ante la figura de Perry, que más que mal, es el cantante que más admira en este mundo y que claramente es una de las mejores voces que ha tenido la música en su historia.

Las críticas a la llegada de Journey no se hicieron esperar y provienen de periodistas que no tienen idea de la historia del rock estadounidense. Journey ya lleva más de 30 años tocando casi interrumpidamente, su discografía se compone de un rock progresivo y melódico, que imitado, jamás ha sido capaz de ser igualado o superado. Si bien sus principales éxitos se componen de baladas, su batería de poderosos temas como “Separate Ways”, “Ask The Lonely” o “Chain Reaction”, son sólo una milimétrica muestra, de lo trascendental y notable que es este grupo.

Y en cuanto a Arnel Pineda, a pesar de la semejanza en estilo y voz a la de Steve Perry, su llegada no debe sorprender ya que en épocas pasadas (2000 al 2004), otro notable cantante, Steve Auguery, conmocionó más a los fans ya que no sólo cantaba casi igual a Perry sino que, además, era físicamente muy parecido. Lo peor de todo es que pudo conquistar a los fanáticos gracias a su delicadeza, caballerosidad y por sobre todo, cercanía a las masas, hechos que por el contrario, se le criticaron a Perry, ya que se sabe divo.

Journey es Perry, como Queen es Mercury. Es imposible escuchar las canciones clásicas con una voz que no sea similar a la de Steve Perry, por lo mismo, no hay que pensar que Pineda es una imitación o un clon. El un cantante que respetando la figura de Perry, tiene una voz y vibrato similar y que permite que la banda suene como hace 20 años. Ese hecho lo ha conseguido Journey durante la última década y es la clave que le ha permitido mantenerse vivo y tocando en escenarios, hecho que no ha podido ocurrir con Queen, ya que si bien la figura de Mercury es demasiado gravitante, tampoco hay ningún cantante que hoy suene como él y sea como él, o sea, como un genio.

Finalmente y ya de madrugada llegaron los Earth, Wind and Fire. Otro grupo destrozado por la crítica chilena por su presentación en Viña. Los llegaron a comparar con “músicos de casino”, por la manera en cómo sonaron y se movieron en el escenario. Vergüenza les debería dar a aquellos pseudo profesionales. Los morenos estadounidenses claramente fueron lo más sorprendente de la noche. Ellos fueron otro grupo que demostró lo que significa ser un grande. Mientras vemos como artistas chilenos que se suben al escenario sólo tienen como expectativa “pasarlo bien arriba del escenario”, Earth, Wind and Fire subió a trabajar y a hacerlo bien.

Su sonido sonó perfecto, las voces poderosas y cultas y mostraron una tremenda coordinación rítmica y armónica en el escenario. Notables dinosaurios que demostraron realmente lo que era el funk y el pop del bueno. Notables.

Para ver videos de este recital, ingresen a www.youtube.com/giordanoluna

La decencia musical se vuelve a tomar el dial de las radios santiaguinas

Tras haber vivido una espantosa década musical caracterizada por el perreo, el regaeton, la música “sound”, las rancheritas tecno y la baladas de cantantes de cuarto enjuague, cuya pena y gloria duró menos que un eructo de mala muerte, el dial de radios FM en Santiago y sus filiales de regiones, sufrió graves transformaciones durante enero recién pasado, marcando el regreso del concepto de “adulto joven”, como el dominante dentro de una parrilla musical que durante años estuvo tomada por una adictiva tendencia a lo desechable, al griterío y a la hiperventilación.

Una de las principales novedades fue la arremetida del grupo radial independiente Bezanilla, quien ha mantenido por años una apuesta musical equilibrada, seria y de alto contenido, la que se trasluce a través de la extraordinaria radio Infinita (música de los 70 y 80), FM Tiempo (rock clásico y canciones de los 70, 80 y 90) y radio Romántica (para personas adultas y mujeres, caracterizada por una oferta de canciones de artistas clásicos españoles y latinos). Los Bezanilla decidieron reflotar su fenecido y recordado proyecto de radio Classica dedicada al jazz, cuya impronta en los 80 y 90 era comandada por la aterciopelada voz de César Antonio Santis, quien era la figura insigne de hacer que algunos chilenos con buen gusto, aprendieran de compositores y artistas notables con Pat Metheny o Chick Corea.

Al momento de morir Classica (a mediados de los 90), se dijo que el proyecto carecía de auspiciadores, ya que muchos de ellos se habían cambiado a radios de mayor popularidad, las que estaban siendo marcadas por melodías nuevas que traía consigo la democracia. (Nota: cabe destacar que la música entre los años 70 y 80 en Chile estuvo fuertemente marcada por conjuntos angloparlantes, lo que en cierta forma ayudó a homogeneizar los gustos de una generación que quedó muy identificada por todo el gran movimiento musical que se vivió en Europa, Australia y América del Norte durante esas décadas)

Amadeus al parecer reflotará esa experiencia, pero con un toque más moderno. Su parrilla es ciertamente más melódica, menos confrontacional y por supuesto, mucho menos elitista y sectaria de lo que era Clássica, radio que incluso, daba espacios de hasta dos horas para tocar una completa antología de Herbie Hancock en… ¡vinilo!

Otra de las radios que comenzó a sonar con mucha fuerza es la antigua radio Para Ti, cuya programación se destinaba a mujeres de estratos populares. Tras su muerte, el mismo grupo (Santa Lucía) está probando un proyecto que no ha sido divulgado y cuyo nombre, por el momento, es llamado “Radio X”. La frecuencia del 105.7 donde por años muchos disfrutamos de los programas conducidos por Juan Guillermo Vivado en la desaparecida radio Manquehue, hoy reviven sin su voz, con una oferta musical de “pocas palabras” y “buena música”. Es de esperar que este proyecto no desaparezca como uno breve y fugaz que tuvo lugar hace algunos años y que buscaba lo mismo. Era la desaparecida M1 Music One quien quería llenar el vacío que dejó la recordada, querida y hasta hoy llorada radio La Ciudad (100.9), la que también se especializó en música anglo de los 80.

Hoy la oferta de radios que tocan música retro y orientada a jóvenes entre los 25 a los 40 años y un poco más son:

Duna: 89.7
Universo: 93.7
Amadeus: 95.3
Tiempo: 95.9
Radioactiva: 97.1
Infinita: 100.1
Play FM: 100.9
Radio X: 105.7

Otras un poco más avanzadas (lounge, rock, tecno soft) pero también dirigidas al grupo:

Zero:: 97.7
Horizonte: 103.3
Futuro: 88.9

Nota: Frecuencias para Santiago de Chile

Ten Summoner’s Tales: Sting

Para muchos, Sting es un compositor y cantante brillante y una luz de las últimas tres décadas en la música rock y pop mundial. Tras una imborrable huella que dejó su grupo The Police, Gordon Matthew Sumner (su verdadero nombre) se lanzó con una seguidilla de discos solistas, todos los cuales han conseguido una gran aceptación mundial exceptuando sus últimos 3. Cómo olvidar a Soul Cages (All This Time) de 1991 dedicado a su padre fallecido, Nothing Like The Sun de 1987, el notable The Dream of the Blue Turtles de 1985 o su trabajo All This Time, una recopilación de sus mejores éxitos cantados en vivo y con nuevos arreglos donde el jazz y el acústico clásico de un pub londinense o del bajo Manhattan son las tonalidades clásicas. Este disco fue uno de sus más grandes y también últimos éxitos, ya que en el momento que se estaba grabando en la residencia de Sting en Inglaterra sucedieron los sanguinarios atentados contra Estados Unidos en 11 de septiembre y tras eso, el cantante viró su estilo a uno más áspero, menos melódico y tosco, que claramente no han sido del gusto de sus fanáticos ni tampoco ha ayudado a conquistar nuevas generaciones.

Dentro de su discografía destacada como solista quiero comentar su álbum Ten Summoner’s Tales de 1993. Considerado por la crítica como uno de sus mejores trabajos (para mí el mejor de los 90), Sting evoca con una magistral banda los sonidos de una Bretaña antigua, feliz y danzante, llena de magos celtas, cortes de reyes y la alegría de villas cercanas. Pianos acústicos, mandolinas, guitarras acústicas, una batería suave y una ilación mágica hace que el disco, más que un album inconexo lleno de canciones "oreja", sea una verdadera banda musical, con una hilación que hace que cada tema tenga relación con el anterior.

Ten Summoner’s Tales durante su primer año logró nada menos que tres discos de plantino y hasta hoy sigue siendo el favorito de los amantes del cantante. En él destacan canciones como "Ir I Ever Lose My Faith In You", "Fields of Gold" y la conocida "It’s Probably Me", co escrita con Eick "mano lenta" Clapton y que luego se convirtió en la canción central de la película Arma Mortal 3.

El disco concentra una magia encapsulada que revienta cuando es escuchado por completo, tal como lo hace el mago Summoner cuando concentra y comanda las fuerzas del bosque y rinde cuentas al Unicornio, su amo y señor. Por lo mismo, las letras están llenas de misticismo (del bueno), evocaciones permanentes al amor y dedicaciones a la vida cotidiana profunda, que es algo característico en Sting. Otro hecho importante es destacar que la crítica social no queda fuera y en este caso, la mezcla con una dosis buena de humor que hace al que lo escucha, regocijarse y reír dentro de este halo de magia que hipnotiza y hace que el disco sea escuchado una, otra y otra vez sin lograr cansar a pesar de los años que lleva en el mercado.

Definitivamente algo imperdible, que no puede faltar en la biblioteca de un buen audiófilo, especialmente para los que aman la música inteligente, redonda, perfecta y que es interpretada pr una banda de calidad, creada por un genio y que suena como un pequeño concierto de nuestros tiempos, mojado por el aura del R&B y el jazz.

Si quieres escuchar algunas canciones de este disco, sólo has click en la lista de MP3 de este mismo blog. Y para saber más, lee una crítica un poco más profunda en este enlace: http://www.geedorah.com/leer.php?id=322

Como fue el Recital de Alan Parsons Live Project Tour en Chile

Ha pasado más de un mes desde que Alan Parsons y su grupo visitó Chile. Sólo algunos tuvimos la suerte de verlo y apreciarlo en vivo, y de lo que quedó en el aire esa noche durará posiblemente para siempre en el recuerdo de muchos.

El concierto que duró casi dos horas, se paseó por toda la carrera de Parsons y Woolfson, casi tan estructuradamente como lo es su disco de grandes éxitos de 1997  (The Definitive Collection). Tocaron todo lo que debían tocar y dejaron fuera lo que había que dejar. El grupo compuesto esta vez por músicos talentosos, de bajo perfil, pero con un gran currículum, estaba comandado por el a veces exagerado pero correcto cantante estadounidense P.J. Olsson, el baterista Steve Murphy (la verdadera revelación de la noche), el connotado guitarrista Godfrey Townsend, el tecladista Manny Focarazzo y el carismático y amable bajista John Montagna.

Tal como ha sido una tónica de Parsons durante toda su carrera como líder de su propio proyecto, la combinación de los músicos que acompañan sus giras y sus actuales álbumes claramente es el fuerte de cada experiencia. Si bien cada uno de ellos tiene sus fortalezas y debilidades en escena, el conjunto como un todo mostró un tremendo profesionalismo, una sinergia única, gran acople, cero fallas de coordinación y como no, una de las mejores amplificaciones que se haya escuchado en Chile. No por algo Parsons vino con un grupo de más de 15 ingenieros graduados en sonido, quienes fueron los “culpables” de lograr que un concierto en vivo se escuchara como una sesión de grabación en estudio.

Olsson mostró un gran histrionismo en el escenario, tal vez demasiado para las a veces calmadas, orquestadas y tremendamente profundas canciones de Parsons. Pero esa verdadera dicotomía o quiebre permanente que le daba Olsson al concierto es justamente lo que hace que el recital fuera una experiencia inolvidable y no un “Sessions at West 54th”. Sobre sus hombros descansó la responsabilidad de hacer olvidar la melódica, inquebrantable y fuerte voz de Eric Woolfson, quien fue el responsable de los mejores éxitos de Parsons durante 2 décadas: Time, Don’t Answer Me, o The System Of Doctor Tarr and Professor Fether. Sus saltos sobre el escenario, su comunicación con el público y una facha de superstar hizo olvidar a los treintones, cuarentones y cincuentones que estábamos en el recital para “adultos jóvenes”  y en vez de eso, hizo sentir que el concierto se acercaba más a la energía que despierta cualquier agrupación de moda. Su exceso de energía a veces le jugó en contra, especialmente en notas demasiado altas y profundas, donde en un par de oportunidades se quedó sin aire, pero eso es parte de un recital en vivo. Hasta Bono desafina a veces.

John Montagna fue otra grata sorpresa. Si bien le tocó interpretar dos canciones, una de ellas Days Are Numbers, su tono de voz y su tranquilidad única hizo que muchos se fijaran en su maestría de cómo manejaba el bajo. La sorpresa de la noche sin lugar a dudas fue Steve Murphy. Extraordinario al comando de las baquetas, virtuoso en los acordes y con una voz impresionante. Un digno sucesor de Lenny Zakatek, quien marcó prácticamente el 80% de los mejores álbumes de Alan Parsons y a quien se le caracterizaba por una voz de alto registro y fuerza inigualable. Canciones como Breakdown o Psychobabble fueron experiencias únicas que el público agradeció con más que encendidos aplausos de pié sobre sus sillas. Sencillamente lo mejor de la noche.

De Townsend nada que decir excepto que sus años de oficio tocando junto a grandes bandas que incluyen a Pink Floyd y al Pearl Jam lo avalaron para su show personal, que hizo que los algo empaquetados asistentes terminaran enloquecidos con sus constantes solos que se salieron de madre, y en buena onda. Focarazzo, lamentablemente tuvo un papel secundario. Un gran virtuosismo pero su protagonismo y su ubicación un poco alejada del centro de atención del escenario dio la sensación que estaba allí pero nada más. Si tuvo algunas salidas que también demostró el porqué estaba ahí.

Parsons y su grupo mostraron la vigencia de su música y la manera en cómo puede seguirse transmitiendo a nuevas generaciones. Su grupo que no superaba el promedio de los 40 años, se vio más que feliz tocando. Exudaban alegría y comodidad al interpretar cada una de las canciones que ya a los 15 minutos de recital, habían logrado desempolvar las chaquetas y corbatas de los que estábamos sentados. Finalmente tras la última canción tocada en el bis, Games People Play, la gente definitivamente se abalanzó sobre el escenario. Parsons, un hombre grande, gordo, viejo y excesivamente poco carismático mostró sus ojos brillosos de emoción y agradecimiento al ver que aún tiene seguidores incondicionales que aman a su música y de paso a él, quien claramente es el culpable de haber compuesto notables obras musicales que han sido parte de la bitácora histórica de la música mundial.

Tras el recital, tuve la suerte de estar con mi novia en la trastienda del Teatro Teletón, al que llegaron 1500 fanáticos que repletaron el recinto. Tras dos horas de espera, Parsons tuvo tiempo para conversar con los que lo esperábamos afuera, al igual que todo su grupo. Townsend tuvo la gentileza de regalarle a María José una de sus uñetas de acrílico, el cual estaba diseñada con un color azul holográfico y que en una cara decía “Alan Parsons Live Project Tour 2005” y por la otra su nombre y firma. Yo por mi parte tuve la suerte de estrecharles la mano a todos los integrantes de su banda y conseguir sus autógrafos para uno de mis discos. Montagna, Townsend y Murphy se sintieron agradados y sorprendidos por la calidez y el agradecimiento de los que estábamos ahí para decirles “good work boys”. ¿Y Parsons? Bueno, no fui capaz y tal vez no quise tocarle la mano, solo una palmadita en su brazo mientras lo miraba a los ojos para decirle “gracias por visitar mi país y tocar para nosotros”. Y claro, no quería que mi ídolo, mi semidios viviente de la música inteligente terminara siendo un mortal más. Tal vez quería que siguiera siendo en mi mente un verdadero mito o misterio. Tal vez no quería que fuera un hombre común, sino un recuerdo de alguien inalcanzable en mi memoria que está por sobre la temporalidad y que se mantiene en el recuerdo de la historia musical de mi vida. Gracias  a Dios y al regalo de mi novia que pude estar con él, conversar con él, y tener su firma en mi disco más preciado. Sólo es de esperar que nuevamente baje del Olimpo Musical para que nos deleite nuevamente y si eso es así, prometo estar nuevamente en primera fila como lo fue esta vez.

Para más detalles, en este blog podrás escuchar las mejores piezas de Parsons, sólo haciendo un clic los vínculos de la portada al lado izquierdo y también, podrás apreciar fotografías del recital en mi álbum de fotos.

Alan Parsons Live Project en Chile: Primeras Impresiones

Majestuoso.

Con esa palabra puedo calificar la experiencia de haber estado ayer junto a mi novia a tan sólo 3 metros de distancia de uno de los grupos musicales más trascendentes del siglo XX, comandados por uno de los mejores compositores, arregladores y productores de todos los tiempos, si es que no es el mejor de todos.

Fueron 2 horas de perfecta música, perfecta amplificación, perfecto ambiente y repertorio perfecto, con un grupo técnicamente brillante y personalmente afiatado, que mostró ciertas falencias en sus voces, pero cuyo hecho quedó solamente quedó para el anecdotario ya que no fue trascendente, especialmente si tomamos en cuenta que Alan Parsons tras su separación del genio Erick Wolfson (co fundador del proyecto), nunca ha logrado encontrar al vocalista que logre reemplazar una voz característica, poco comercial, pero que contaba con una afinación majestuosa, precisamente porque muchas de las piezas musicales fueron hechas para su registro.

Una noche mágica, emocionante hasta las lágrimas, inigualable e irrepetible, que gracias a Dios, pude experimentar y de esa forma cumplir uno de mis grandes sueños, el de estar, escuchar, mirar y tocar a uno de mis ídolos y a una de las mentes brillantes de la música contemporánea que ayudó a cambiarle el rostro a la historia musical del siglo pasado.

Una completa nota acerca del ambiente, las alternativas, fotos, videos y de la grata sorpresa de haber interactuado con cada uno de los integrantes de la banda, quienes gentilmente accedieron a firmarme mi disco compilatorio, podrás encontrarlo en este mismo espacio 

 

Qué podemos esperar del concierto de Alan Parsons en Chile

Actualmente, confieso que no puedo contener la emoción y la ansiedad de estar frente a frente y a pocos metros del músico y compositor que más quiero y admiro. Para mí, Alan Parsons representa el más puro virtuosismo musical que actualmente existe y que ha permitido marcar muchas etapas de mi vida gracias a su magia musical y su inteligencia expresada en letras inteligentes y evocativas.

Antes que mi histeria se refleje en comenzar a escribir estupideces sin sentido, Diego Penzo, periodista del diario El Universal de Venezuela describe así su experiencia de haber presenciando el concierto de Alan ocurrido el día de ayer en Venezuela. Posiblemente sea la misma estructura que tendremos la suerte de ver acá.

Penzo describe su nota así: “Sin apagar las luces fue abierto el telón. Estaba completamente vacío. A los pocos minutos aparecieron varias personas con batas de médicos quienes, aparentemente fingiendo, se dedicaron a dar los últimos "arreglos" a los equipos musicales y a bromear con el público. Poco a poco se dejaban ver varios de los integrantes de la banda vestidos de la misma manera. Las luces se apagaron completamente. La reconocible figura de Alan Parsons apareció y se colocó en una pequeña tarima colocada en el centro del escenario. Un sonido de sintetizador y una voz manipulada inundaron el teatro, Return to tunguska, de su último disco A Valid Path, fue el primer tema.

El músico inició su show mostrando lo vigente que sigue su música, la cual no es ajena a los grandes adelantos tecnológicos en lo que a electrónica se refiere. Con su segundo tema, Damned if I do, apareció el cantante de la banda, PJ Olson, quien sería el responsable, durante el resto del show, de mantener al máximo los ánimos. El teatro ya se mostraba mucho más lleno. Las energías por su parte fueron aumentando a medida que transcurría el show. Temas clásicos progresivos de Parsons como Luciferama, Psychobabble y I wouldn’t wanna be like you despertaron reacciones eufóricas, primordialmente durante los sorprendentes solos del guitarrista Godfrey Towndsend. Y es que en la banda que acompañó a Parsons todos los músicos tuvieron la oportunidad de demostrar su virtuosismo, llevando a cabo pulcras interpretaciones, con amplias posibilidades de realizar acordes en solitario. John Beck en el teclado, el laureado John Montagna en el bajo y el excelente baterista Steve Murphy, que además cantó una pieza mientras tocaba su instrumento, mostraron que Parsons siempre se ha rodeado de los mejores.

Cuando se pensó que el show había culminado con la canción más famosa del artista inglés, Eye in the sky, la banda, emocionada por el cálido recibimiento, regresó y regaló dos temas más: Dr Tarr & Professor Fether y Games People Play. Imposible haber terminado el show de mejor manera. La audiencia que estuvo esa noche recordará ese show por mucho tiempo”.

El Aporte de Alan Parsons al mundo de la música

La historia del inglés Alan Parsons es una historia marcada por el sonido tanto en su faceta como ingeniero como en la de creador.

Nacido en Gran Bretaña en 1948 desde muy temprano se inclinó por la música decantándose por su faceta técnica y sobresaliendo como ingeniero de sonido en EMI. Con apenas 20 años cumplidos, Alan Parsons formó parte del equipo de ingenieros de sonido que, a las órdenes de George Martin, dieron forma y fama a los estudios Abbey Road. Fue la aparición del disco “Sgt. Pepper´s” de The Beatles la que determinó de alguna manera su decisión de pasarse a los controles de los estudios de grabación: “no podía esperar a descubrir los secretos que se esconden tras un álbum”. Muy pronto dio indicios de su talento tras los controles.

De todos es conocida su participación como ayudante de ingeniero de sonido en el álbum de The Beatles “Abbey Road”. Desde entonces su carrera como ingeniero de sonido y productor de discos ha sido más que notable participando en la grabación de discos de Pink Floyd (el legendario “Dark side of the Moon”, con el cual obtiene un Grammy), Paul McCartney & Wings (“Wild Life” y “Red Rose Speedway”), The Hollies (“Hollies”,” Another Night”), Al Stewart (a quien produjo  “Modern Times”, el exitoso “Year of the Cat” o “Time Passages”) y muchos otros.

Será en 1975 cuando junto a otro gran técnico de estudio, compañero de Parsons en Abbey Road, además de  compositor y cantante: Eric Woolfson, a los que sumaría posteriormente Andrew Powell, en tareas de orquestador y arreglista, se decidan a fundar  Alan Parsons Project, debutando en 1976 con el disco “Tales of Mystery and Imagination” una colección de temas inspirados en relatos de Edgar Allan Poe que contaba con la colaboración del mismísimo Orson Welles. La idea del grupo era construir Lps de rock progresivo de carácter conceptual, utilizando para ello la idea del grupo como foro de encuentro entre artistas, tanto vocalistas como músicos de sesión, con el fin de interpretar y realizar la música compuesta y orquestada por Parsons y Woolfson. Tras el exitoso debut, Alan Parsons Project retornaron con otro disco conceptual “I Robot” (1977), un disco que al igual que el anterior tiene como base de partida una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. En él Parsons y Woolfson desplegaron toda su imaginación y todos sus inventos sonoros para realizar un disco que se consideró muy avanzado en aquella época, en el que los arreglos instrumentales son de un lujo sin igual. Inspirado el disco en una novela de Isaac Asimov enseñó el camino a seguir, en cuanto a investigación musical se refiere, a músicos como Jean Michel Jarre o Mike Oldfield.

En 1978 aparece “Pyramid”, un disco que incide en la creación de atmósferas, ahondando ahora en narraciones de leyendas y misterio, si bien en esta ocasión se hacía ostensible la influencia de los Beatles. “Eve” en 1979 recreaba el universo femenino, mientras “The turn of a friendly card” (1980) abordaba el tema de los casinos, los juegos de cartas y remembranzas de tiempos al interior de las cortes de reyes medievales.

Pero sería en 1982  el año de su consagración definitiva, en ese año aparece “Eye in the sky” álbum que contenía el comercial single homónimo cantado por el propio Woolfson. El single mostraba la definitiva decantación por el pop orquestal de Alan Parsons Project, lo que se tradujo en un enorme éxito de ventas. Posteriormente vendrían “Ammonia Avenue” (1984), “Vulture Culture” (1985), “Stereotomy” (1986) y “Gaudi” (1987), discos todos ellos que sin alcanzar las cifras de venta de “Eye in the sky” tuvieron una buena acogida por parte de sus seguidores gracias a una sugestiva disposición de texturas musicales que le han llevado al reconocimiento de su obra como una de las más interesantes del rock sinfónico británico.

La colaboración entre Parsons y Woolfson finalizó tras la realización del albúm “Freudiana”, sobre el psiquiatra Sigmund Freud. Tras este trabajo llega el "divorcio artístico" entre ambos. Eric Woolfson abandonó el grupo para dedicarse al teatro musical, mientras que Alan Parsons, que sentía la necesidad de seguir manteniendo su música hacia el directo, ha seguido grabando discos de rock sinfónico durante todo este tiempo bajo el nombre de The Alan Parsons Band y realizando giras mundiales. Desde 1990 y acompañado de sus siempre eficaces colaboradores, el guitarrista Ian Bairnson y el batería Stuart Elliott, Alan Parsons ha seguido grabando discos como “Try Anything Once” (1994), “On Air” (1996), un disco en el que colabora realizando los arreglos orquestales su ex-compañero de Alan Parsons Project, Andrew Powell, “Tim Machine” (1999) en el que nuevamente recupera el eje literario como elemento conceptual, en este caso la obra del mismo título de HG Wells, o mas recientemente “A Valid Path” (2004),  un disco que evidencia un giro de dirección mostrando un mayor interés por la música electrónica contemporánea, que está alejada de aquel clásico rock progresivo y sinfónico de los 70 y 80 y que da paso a un sonido más plano, duro y electrónico, pero que conserva la tradicional inteligencia característica de la obra de Parsons. El disco cuenta con la colaboración estelar de David Gilmour, vocalista actual de Pink Floyd. 

Paralelamente Alan Parsons ha seguido realizando conciertos y giras de manera incasable bajo el nombre de "Alan Parsons Live Project", tocando innumerables conciertos por todo el mundo y ofreciendo así un recorrido por su dilatada carrera, hecho que sucederá este 4 de octubre en Santiago de Chile.

Alan Parsons muestra sin duda una carrera ejemplar, que forma parte ya de la historia de la música y más concretamente de la historia del rock sinfónico y progresivo, un género nacido a mediados de la década de los 70 y que en buena medida contribuyó a definir de manera definitiva junto a  Pink Floyd. 

Para escuchar sus mejores canciones te invito a visitar mi CastPost o bien ingresa a través de los accesos directos (links) que encontrarás a la izquierda de este blog.

Nota: Nota redactada con algunas informaciones de la revista IndyRock Ideal España

Un tributo a David Foster

Sin lugar a dudas existen genios musicales que de cuando en cuando generan con su impronta un quiebre tan fuerte en la historia mundial de la música, que es imposible dejarlos pasar sin ser recordados a cada minuto.

Este es el caso del productor y compositor canadiense David Foster, quien junto a otros genios musicales como Alan Parsons, Quincy Jones o Humberto Gatica, cambiaron la cara de lo que conocemos por música pop de los años 70, 80 y 90.

Canciones tan recordadas como “If You Leave Me Now” y “You’re my Inspiration” de Chicago, el tema principal de la película Karate Kid II llamado “Glory Of Love”, aquella canción de la película El Guardaespaldas “I Have Nothing” o tal vez para los que recuerden aquella balada del grupo inglés Herat, Wind and Fire “Alter The love Has Gone” o la famosa “Because You Love Me” de Celine Dion, son sólo algunas composiciones que Foster ha creado, dirigido y producido con su impronta característica que deja los pelos de punta cada vez que los escuchamos a todo volumen en la soledad de nuestras casas, en el hermetismo que nos sume los walkman, o bien con  las ventanas cerradas de nuestros automóviles.

Foster nació en la ciudad de Victoria, Columbia Británica en Canadá. A la edad de 5 años estudia piano y sorprende a sus maestros por lo avanzado que era en comparación con otros pequeños prodigios. Al convertirse en una promesa, ingresa a la Universidad de Washington a la edad de 13 años (si leyó bien, a los 13 años) y tres años después, a los 16, se le ofrece la oportunidad de unirse a la banda de apoyo del legendario Chuck Berry. Desde ese minuto, Foster inicia su carrera musical que no ha dejado de entregar verdaderas joyas musicales al mundo.

En 1971, David Foster se instala en Los Ángeles (Estados Unidos), crea su propio grupo musical llamado Skylark y de inmediato posiciona el single “Wildflower” entre los Top Ten de las listas de canciones más pedidas de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, Foster participó como tecladista y en apoyos vocales junto a titanes como John Lennon, Diana Ross, George Harrison, Barbra Streisand y Rod Steward.

Su primer Grammy lo gana en 1979 gracias a la canción del grupo Earth, Wind and Fire "After the Love Has Gone". Tras esto, su carrera logró el estrellato, haciéndose cargo de producciones para Kenny Rogers, The Tubes y Kenny Loggins.

En 1982, gana su segundo Grammy por la producción de la banda sonora de la obra musical de Broadway llamada Dreamgirls. Adicionalmente en ese año compone y produce el hit romántico del grupo Chicago "Hard to Say I’m Sorry",  y en 1983 trabaja junto a Lionel Richie en su álbum superventas "Can’t Slow Down".

Para 1984, Foster ayuda a producir el álbum “17” del grupo Chicago logrando llegar al número uno con el éxito "Hard Habit to Break", lo que le valió el Grammy bajo la denominación “Productor del Año”.

Un año despúes, Foster escribió y produjo el hit del cantante John Parr "St. Elmo’s Fire (Man in Motion)", produciendo también otras canciones para la película del mismo nombre. En 1986 nuevamente ayuda a Chicago a encumbrarse en las listas top de popularidad gracias al single "Will You Still Love Me", y junto a Peter Cetera, el vocalista del grupo,  estrenaron la canción "The Glory of Love", tema central de la película Karate Kid II que fue una de las canciones más escuchadas de ese año y que con el tiempo se convirtió en un ícono de toda una generación. David también produjo bandas sonoras de películas que fueron luego superventas como Los Cazafantasmas y Footloose

Aprovechando los Juegos Olímpicos de Invierno en Canadá, en 1986 David Foster compuso y lanzó al mercado su sinfonía prima llamada “The Symphony Sessions”, una melódica y bella composición dividida en temas donde el piano clásico acompañado por la Filarmónica de Toronto logran formar una de las piezas musicales de música docta-contemporánea más importantes y bellas de los últimos 20 años. El álbum marcó un hito en la música contemporánea. De hecho fue oficialmente convertida en la banda sonora de los juegos de ese año.

Tras sus primeros años de carrera, Foster ya amasaba logros por todas partes, entre los que destacaban éxitos como "Talk To You Later" (The Tubes), "You’re The Inspiration" (Chicago), "Somewhere" (Barbra Streisand), y "We’ve Got Tonight" (Kenny Rogers y Sheena Easton). Unido a esto trabajó, produjo y compuso para Michael Jackson, Paul McCartney, Neil Diamond, Alice Cooper, Manhattan Transfer, Phil Collins, The Pointer Sisters, Hall & Oates, Jon Anderson y Aretha Franklin, por decir algunos.

Entrados ya en los 90’, Foster fue galardonado por la revista Billboard como uno de los mejores productores y compositores de Rithym and Blues de todos los tiempos. La cima de su carrera para ese entonces lo logró con el trabajo junto a Whitney Houston gracias a su composición, arreglos y producción de la banda Sonora de la película El Guardaespaldas.

Al mismo tiempo, logra entablar una fuerte amistad con la cantante Celine Dion con quien trabajó posteriormente en numerosos álbumes. Entre sus principales logros para esa década destacan: Celine Dion “Falling Into You”, "Because You Loved Me" y "To Love You More". Natalie Cole “Unforgettable”. Barbra Streisand “Broadway”, “Back to Broadway”. Michael Bolton y su album “Timeless”. Kenny G “Breathless” (album).  Toni Braxton "Unbreak My Heart”.  Whitney Houston "I Will Always Love You". All-4-One "I Swear”.

Las producciones y canciones que alcanzaron posiciones Top Ten de David Foster estuvieron más de un 20% de la década en esos lugares.

Gracias a su visión y la genialidad de su trabajo, unido a una vida intachable que demostraba valores y responsabilidad, Foster fue nombrado Vicepresidente de Atlantic Records en 1994. En 1997 fue promovido a Vice Presidente Senior de Warner Music Group y gerente de la empresa “143 Records”, la que él ayudó a fundar un año antes.

En 1995 descubre e introduce a los Estados Unidos a la banda irlandesa The Corrs. En 1996 y con la voz de Toni Braxton, la canción  "Un-Break My Heart" alcanza los primeros lugares de popularidad y es nominada tres veces al premio de la academia. También produce canciones  para las películas "Moulin Rouge", "The Score" y trabaja en la producción del single "Me Iré" de Alejandro Sanz.

Foster es el responsable además de sacar  a la luz al canadiense Michael Bublé, quien ha editado ya tres álbumes que rememoran las mejores canciones de los ’50s a los ’70s. Sólo el primer álbum de Bublé superó el millón de copias vendidas a nivel mundial.

Durante su vida musical, ha sido ganador de nada menos de 14 premios de la Academia de Artes y Ciencias Musicales de Estados Unidos (los conocidos Grammy) y desde 1973 cuando debutó en la escena mundial, ha obtenido 42 nominaciones a estos premios.

También ha participado en majestuosas creaciones, coproduciendo álbumes y canciones con otros grandes de la música mundial como Quincy Jones y Humberto Gatica, por solo nombrar a algunos

David está casado con Linda Thompson, quien es frecuente colaboradora de sus producciones musicales. Ambos tienen 6 hijos y en 1991 Foster fue nombrado “Padre del Año” de Estados Unidos.

Para cerrar, cito las palabras de un biógrafo de Foster, quien en el sitio www.olografix.org/krees/foster.htm, califica a este genio musical como  “un productor visionario, compositor prolífico y un iluminado arreglador de melodías. Foster combina raramente el talento, el gusto y la dedicación por su trabajo”, lo que a mi juicio lo convierte en un espécimen raro, al que definitivamente debemos agradecer que aún sea joven como para seguir enriqueciendo la música mundial, que a veces se enferma y sucumbe ante fenómenos que la acercan al precipicio como lo es hoy el Reggeaton, en los 90’ lo fueron los proyectos desechables (Backstreet Boys), en los 80’ grupos de mentira como Tecnotronic o Milli Vanilli y el los 70’ (aunque a muchos nos guste), la música disco.

Sitios para conocer más de David Foster

 www.olografix.org/krees/dfnet/html/multimedia.php3 (Videos y clips musicales)

www.davidfoster.com (Sitio oficial que reune fotografías, biografía y además, mientras es visitado, reproduce las mejores melodías compuestas y producidas por Foster en formato digital, mediante streaming)